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Puedo asegurar que la mayoría de las personas entienden el derisking (o de-risking), como la palabra en inglés lo dice claramente: “de o off y risk o riesgo”. En el caso de servicios financieros, implica reducir el riesgo.

También podemos llamarlo debanking (desbancarizar), y tal vez el término sea más apropiado porque explica, para la industria de transferencias internacionales de dinero y pagos transfronterizos, el cierre o la no apertura de cuentas bancarias para empresas de servicios monetarios (MSB), operadores de transferencia de dinero, empresas de remesas, entidades de pago internacional, fintechs, casas de cambio, empresas de criptomonedas, etc.

Este es un artículo de 2600 palabras y debería llevarte 14 minutos leerlo. 

 

UNA PEQUEÑA HISTORIA

En la larga lucha contra el derisking y debanking en los Estados Unidos, puedo nombrar a alguno de los pioneros como David Landsman, Eddy Cuesta, Jorge Guerrero y otros, que posiblemente esté ahora olvidando. En 2005, los bancos de Estados Unidos comenzaron a cerrar cuentas de operadores de remesas, en su mayoría pequeñas empresas de origen étnico. Algunos dirán que fue motivado por el racismo sistemático. Es un factor, pero, sobre todo, lo hicieron  impulsados por la ignorancia. Fue un momento, como intento describir en mi próximo libro “Remittances & Migration: An Insider’s View “, en el que la ola silenciosa de la migración, principalmente de América Latina, estaba explotando. En 1970, la población latina rondaba los 9,6 millones; en 1980 creció a 14,6 millones; en 1990 aumentó a 22,4 millones; en 2000 subió a 35,3 millones y se acercó a 50 millones en 2010, como escribe el profesor David G. Gutiérrez. Ahora somos 60 millones.

Pero el tsunami migratorio fue silencioso. Los migrantes necesitaban enviar dinero a sus hogares. Y sin tener relación con el crecimiento de la población latina, EE.UU. experimentaba el inicio de una ola inexorable del consumo de drogas, y las agencias gubernamentales buscaban entender cómo luchar contra el tráfico de drogas y el lavado de dinero. Y no podían creer que los migrantes estuvieran realmente enviando dinero en tales cantidades a sus hogares. Este rasgo cultural no compartido por los anglosajones, les impedía creer que los migrantes enviaran la mayor parte de sus ganancias a sus familias en su país de origen. No habían  investigaciones, no se conocían las cifras hasta que apareció Manuel Orozco en el Inter-American Dialogue, Donald Terry en el BID, CEMLA y en el Banco Mundial comenzaron a publicar información. 

En una reunión privada con funcionarios de la DEA en la que participé en Miami, a principios de la década de 1990, se hizo evidente que para ellos todos los inmigrantes latinos estaban lavando dinero y todas las empresas que los ayudaban estaban conspirando junto a ellos. En ese entonces era todavía  ingenuo y no entendí  las implicaciones de la falta de comprensión de estos funcionarios y los miles que como ellos, enfrentaron este problema.

Se desempolvó el Bank Secrecy Act (BSA), se realizaron todo tipo de operaciones encubiertas, muchas empresas fueron perseguidas, cerradas y muchos bancos decidieron que debían abandonar la prestación de servicios a estos operadores de transferencia de dinero. El 11 de septiembre llegó y golpeó duramente a la industria de las remesas, a pesar de que el terrorismo y las remesas claramente no estaban relacionados. Cuando fui parte directa de la industria, llegué a tener tantas cuentas bancarias cerradas que era difícil creer lo creativo y terco que uno tenía que ser para seguir operando.

La industria de las remesas gastó miles de millones de dólares en cumplimiento y gestión de riesgo, desde la capacitación hasta el desarrollo de herramientas tecnológicas que, en la actualidad, son clave para cualquier proveedor de servicios financieros. Todos los costos de estos importantes desarrollos fueron pagados por los sobrecostos que los migrantes han pagado cuando envían dinero a casa. ¿Han valido la pena todas estas inversiones de tantos migrantes? No lo creo, a pesar de que la industria se encuentra en su mejor momento en lo que respecta al cumplimiento y la tecnología. Las agencias multilaterales insisten en que el costo del envío de remesas es demasiado alto y podría reducirse, pero el sistema financiero vigente sigue siendo costoso y complejo. Llegaremos allí a medida que aparezca más competencia de las fintech y las crypto empresas en la industria, y se abran los rieles bancarios.

BUENAS INTENCIONES

El término derisking apareció en 1987 y creció exponencialmente desde 2011-2012. Ha llegado a los diccionarios: “hacer algo más seguro reduciendo la posibilidad de que suceda algo malo y de que se pierda dinero”. El uso de la palabra debanking es más interesante: tuvo un pico en la década de 1920, una gran caída, otro pico en 1997, otra caída, y ahora está volviendo a su punto máximo. El Financial Action Task Force  (FATF-GAFI) abordó el tema por primera vez en 2014 cuando su presidente, Roger Wilkins, reaccionó a un editorial de The Economist, declarando que “algunas de las prácticas regulatorias más fuertes en el área de AML y CTF amenaza con desbancarizar a regiones o sectores importantes del público “. El editorial se publicó debido a  la ola de cierres de cuentas bancarias en el Reino Unido por parte de Barclays Bank, lo que resultó en un gran alboroto público, reuniones y discusiones. Pero muy poco cambió. El FATF continuó durante unos tres años mencionando “derisking” hasta que decidió no hacerlo más, porque, o creía que la situación estaba resuelta, o porque , aparentemente, no podía hacer mucho al respecto. Ahora, en febrero de 2021, el FATF lanzó un nuevo proyecto para estudiar y mitigar las consecuencias no deseadas resultantes de la implementación incorrecta de los Estándares del FATF, centrándose en derisking, la exclusión financiera, la focalización indebida de las NPOs, y la restricción de los derechos humanos.

Me gustaría señalar el artículo escrito en 2018 por Marco Nicoli en el blog del Banco Mundial titulado Eliminación de riesgos y remesas: desacreditando el mito de la “transacción subyacente”, donde hace una declaración que es crucial para la industria: “Cualquiera sea el argumento basado en la falta de visibilidad del banco de las transacciones subyacentes realizadas por los MTOs, debe descartarse. En su lugar, debería ser un requisito de los bancos asegurarse de que los MTOs cuenten con controles y procesos de AML/CFT adecuados para evitar ser explotados”.

Es larga la lista de organizaciones que han denunciado la práctica del derisking y han demostrado claramente el perjuicio a los más pobres y vulnerables del mundo, por los servicios financieros dejados de ofrecer. He mencionado muchos de estos informes a lo largo de los años. La terminación de las corresponsalías bancarias (Correspondent Banking Relationships) ha afectado a muchos países, incluidos a los del Caribe, como Belice. El cierre de las cuentas bancarias a organizaciones benéficas y de ayuda humanitaria que prestan servicios a países devastados por la guerra o por desastres naturales, también forma parte de la ola de derisking.

En 2016, el Departamento del Tesoro y cuatro reguladores bancarios federales de EE.UU. emitieron una “Hoja informativa conjunta sobre banca de corresponsalía extranjera” que indica que los bancos de EE.UU. habían reaccionado exageradamente a las preocupaciones de cumplimiento AML/BSA al terminar innecesariamente las relaciones de corresponsalía con los bancos extranjeros. Señalaban que estas relaciones son cruciales para la economía mundial y que el “derisking” podría desestabilizar o interrumpir el acceso a la financiación estadounidense, obstaculizar el comercio internacional, los negocios transfronterizos y las actividades caritativas, así como dificultar la transacción de las remesas. Estaba bien redactado, pero nada positivo salió de ello. O muy poco.

Solo en febrero del año pasado, Pavel Kuskowski, CEO y cofundador de Coinfirm, dijo en Forbes: “Cualquiera que haga negocios en el mundo de las criptomonedas sabe que no son las regulaciones el mayor obstáculo para tener éxito. Más bien, es la falta generalizada de acceso a las necesidades financieras básicas, como tener una cuenta bancaria. Esto está matando a las empresas de criptomonedas al excluirlas de la economía convencional”. Kuskowski sigue hablando luego en su artículo sobre las nuevas acciones que se tratan de implementar en Europa.

La mirada de nuestro colega Daniel Trias, consultor uruguayo, es muy preocupante. En su blog donde escribe sobre el tema desde 2017, en el artículo titulado “Pandemia y Derisking – ¿Oportunidad perdida?”, afirma que hay dos cuestiones que la pandemia de Covid no ha cambiado: la resiliencia de las remesas y el derisking. 

El derisking y el debanking de las fintech, el blockchain y los negocios cripto está ocurriendo en todas partes. Cuando la Gestión de Riesgos se convierte en Evitación de Riesgos, como lo discutieron claramente Malin Nilsson y Ed Shorrock de Krol,l en su artículo de mayo de 2019, “Desbancarizar y la Ley de Consecuencias No Deseadas”, hay muy poco que decir, excepto que el sistema no está funcionando. Y la Dra. Ellen R. Wald del Atlantic Council, en un artículo en Barron’s, lo expresa claramente: “Desbancarizar perjudica a todos” cuestionando si la “Regla de Acceso Justo a los Servicios Financieros” de la OCC americana es la medida correcta para detener la debanking.

EUROPA

La European Banking Authority (EBA) se refirió al derisking  en 2016 para buscar mitigar los riesgos de exclusión financiera a los inmigrantes que solicitaban asilo. En mayo de 2020, la EBA consultó al público para comprender mejor los motivos, la escala y el impacto del derisking. En marzo de 2021, como explican en este artículo publicado por nuestro socio europeo Payments in Europe (PIE), las consultoras Pascale-Marie Brien y Nina Huelsken, la EBA emitió tres instrumentos regulatorios para abordar las prácticas de derisking: 1) una “Opinión” en la que concluyó que es una tendencia continua que tiene implicaciones sustanciales desde el punto de vista del riesgo de AML/CTF, la protección del consumidor y la estabilidad financiera; 2) la publicación de sus guías sobre AML/Risk Factor, aclarando que la aplicación de un enfoque basado en el riesgo no requiere que las instituciones financieras “rechacen o rescindan” las relaciones comerciales con categorías enteras de clientes que se considera que presentan un riesgo mayor por AML/CTF”; y 3) lanzó una consulta pública sobre posibles cambios en sus guías existentes sobre la supervisión de riesgos basados en los AML/CTF para solicitar a las autoridades europeas competentes de cada Estado miembro que aborden derisking en sus propias evaluaciones de riesgo.

ESPAÑA

En España, la situación ha sido diferente, las instituciones de pago han llevado a los bancos a los tribunales para detener el cierre de sus cuentas bancarias y lo lograron. En un informe elaborado por la consultora Lourdes Soto, explica cómo en España, en 2005, dos bancos, Santander y BBVA, decidieron entrar a prestar  el servicio de remesas de dinero a migrantes, y lo imitaron Sabadell, Caixabank y Banco Popular. Poco después, relacionado o no, cerraron las cuentas de las instituciones de pago, sus competidores. En un caso revolucionario en 2016, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea condenó a España por violar los derechos fundamentales de los ciudadanos con su ley de prevención del blanqueo de capitales y financiación terrorista. Las restricciones de esta ley, aprobada en 2010, sirvieron a los bancos para bloquear el negocio de las instituciones de pago con la excusa de que las operaciones de transferencia de dinero que pasaban por sus cuentas eran sospechosas de lavado. Muchos operadores de transferencia de dinero han utilizado estos fallos y la ley para defender su derecho a utilizar el sistema bancario y detener el cierre de cuentas bancarias, y han tenido bastante éxito. La apertura de cuentas bancarias es otro asunto. Ese es otro problema en sí mismo.

AUSTRALIA

Qué mejor manera de destacar lo que está sucediendo en Australia que el artículo de Denham Sadler, reportero sénior de InnovationAus, y su artículo “El debanking corre el riesgo de ‘socavar’ el sector tecnológico local”. El debanking ha socavado el sector de las remesas durante tanto tiempo, pero ahora que está afectando a las fintechs y al sector tecnológico impulsado por los milenials, está generando una ola de noticias y apoyo. Denham escribe: “La práctica cada vez más común de los grandes proveedores financieros ‘desbancarizando’ a las empresas tecnológicas australianas es una ‘amenaza significativa para la competencia’ y corre el riesgo de ‘socavar’ el crecimiento del sector local, según se ha escuchado en el comité parlamentario. El debanking se perfila como un tema central para el Select Committee de Australia como para el Technology & Financial Centre, que se lanzó a principios de este año como una expansión de la investigación de fintech. 

¿Llegará este Select Committee sobre Australia y su Centro Tecnológico y Financiero a respuestas claras y pasos prácticos para resolver el problema de todos los proveedores de servicios financieros no bancarios? ¿O solo se ocupará del debilitamiento del sector tecnológico? En el 2015, un extenso y detallado análisis estratégico de Austrac titulado “Eliminación de riesgos bancarios de las empresas de remesas” no hizo ninguna diferencia en el mercado. ¿Cuántos buenos análisis e informes podemos hacer?

¿DEBEMOS SER OPTIMISTAS?

Cada vez que subo a un podio y hablo de derisking, lo que he hecho durante años y sigo haciendo, los participantes de la industria se me acercan y me dicen que soy demasiado optimista. Tengo que ser optimista, incluso cuando a mi propia empresa le cerraron cinco cuentas bancarias en Costa Rica a principios de 2010 después de que los reguladores costarricenses obligaran a nuestra empresa a buscar una licencia de cambio de divisas -éramos un negocio de remesas-. En los negocios, para permanecer en ellos debes ser optimista, de lo contrario tienes que abandonar. Y abandonamos  en 2015 cuando vendimos la empresa costarricense a nuestro competidor local más grande.

Me siento un poco más optimista ahora que se han producido desarrollos interesantes en el mercado que parecen responder a la necesidad de rieles bancarios por parte de los miembros de la industria, tanto tradicionales como fintech, nacionales e internacionales. Nuevas alternativas bancarias, nuevos bancos digitales, fintechs y fideicomisos están trabajando diligentemente para brindar servicios en línea, con sistemas adecuados al Compliance and Risk Managment, concebidos por profesionales capacitados para cumplirlos, con sólidos valores éticos, asesoramiento legal y con las herramientas tecnológicas que están aportando las Regtech.

Después de tanta frustración acumulada a lo largo de los años, me complace estar ayudando a los proveedores y participantes de la industria a establecer asociaciones bancarias exitosas. Con mi colega y veterano de la industria Rob Ayers, nos hemos unido para abordar el derisking en la mayoría de las conferencias de IMTC, y hemos discutido el hecho de que los proveedores de servicios bancarios ahora, más que nunca, son claros sobre qué socios buscan y transparentes sobre las matrices de riesgo que han implementado, lo que reduce su base de clientes pero facilita la construcción de asociaciones más sólidas. La MSBA (Money Services Business Association) se fundó en los EE. UU. hace cinco años y trabaja diligentemente con los “MSB firendly banks” para buscar soluciones. Esperamos que los reguladores comprendan y traten de ayudar, que sus revisores y auditores se conviertan en aliados en la búsqueda de brindar servicios más eficientes, más compatibles y mejores, especialmente a los que más los necesitan. 

Después de tantos informes, comités e informes, lo único que queda claro es que necesitamos soluciones concretas. Los proveedores de servicios financieros no bancarios (EFNB Entidades Financieras No-Bancarias) y los pequeños bancos “desbancarizados” de muchos países están ofreciendo soluciones alternativas a los grandes bancos comerciales. Eso está bien, siempre y cuando, los reguladores entiendan y reconozcan que estas soluciones son viables, seguras y compatibles.

LA GOVERNMENT ACCOUNTABILITY OFFICE DE EE. UU. (GAO) Y DERISKING

En el pasado, la GAO analizó el tema del derisking y emitió recomendaciones. En abril de 2020, la GAO escribió al US Federal Reserve System (FED) y a la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) para dar seguimiento a una serie de recomendaciones de “alta prioridad” que había emitido anteriormente sobre temas relacionados, entre otras cosas, al derisking. La carta expresó la preocupación de que se necesitaba una revisión para “centrarse en cómo las preocupaciones regulatorias de los bancos pueden estar influyendo en su voluntad de proporcionar servicios”. Y ahora, en el 2021 GAO tiene la tarea asignada por el Congreso de analizar el derisking y enviar un informe dentro de un año. El análisis debe proporcionar recomendaciones para combatir el derisking e identificar opciones reales para que las instituciones financieras abran cuentas bancarias para clientes que puedan considerarse de alto riesgo y mitiguen los riesgos de lavado de dinero. Recomiendo un análisis más detallado en el blog de Ballard Spahr escrito por Shauna Pierson.

¿Debemos ser optimistas? Me gusta el hecho de que el Congreso quiera que GAO identifique “opciones reales” y no solo continúe analizando el problema. Así como espero que GAO también analice lo que está haciendo Europa y lo que ha sucedido en España y Australia. GAO debe considerar los métodos bancarios alternativos que se están desarrollando y la creatividad de las fintechs y las organizaciones nacionales e internacionales, para continuar buscando, e incluso brindando, servicios bancarios a pesar de todas las dificultades que el derisking y el debanking han causado a tantos proveedores de servicios financieros y a sus clientes.

También espero que la industria crea que existe un deseo sincero en los EE. UU. y Europa de resolver los problemas que ha traído el derisking y contribuir con información y recomendaciones. La búsqueda de soluciones en los EE. UU. y Europa probablemente ayudará al problema colateral que trae el derisking en los países donde sus bancos comerciales continúan cancelando las cuentas de los proveedores locales de servicios financieros no bancarios, forzados por sus bancos corresponsales de EE. UU. y Europa.